Biodiversidad Fúngica

MICORRIZÓGENOS

En el suelo el micelio se alimenta descomponiendo las sustancias orgánicas existentes o bien estableciendo una relación particular de cooperación recíproca con las plantas verdes, es decir, los árboles, las hierbas, los helechos. La relación entre los hongos y la raíz de las plantas verdes constituye un tipo particular de simbiosis denominada micorriza o simbiosis micorrízica.

En la simbiosis micorrízica el hongo obtiene el exceso de azúcares de reserva, básicamente almidón, de las raíces de la planta. Sin embargo, a su vez permite a la planta, a través de la unión del micelio a las raíces aumentar enormemente la ya impresionante extensión del aparato radical.

Muy a menudo, una misma especie de hongo puede relacionarse con varias especies vegetales, o bien puede plantearse una relación específica biunívoca entre el hongo y la planta. Este el caso de Sepultaria sumneriana ligado exclusivamente a los cedros; Suillus elegans, ligado a los alerces, el género Leccinum ligado en su mayoría a los abedules, o Leccinum corsicum, ligado al género Cistus.

Leccinum corsicumLeccinum corsicum
Amanita muscariaAmanita muscaria

Por el contrario, existen especies que podríamos decir que son cosmopolitas o poseen una simbiosis micorrízica muy variada. Es el caso de Amanita muscaria frecuente bajo coníferas, abedules, castaños, jaras...

Las micorrizas se pueden definir como simbiosis mutualísticas entre hongos y raíces de plantas superiores. Como consecuencia de esta simbiosis, la planta suministra al hongo fuentes de carbono procedentes del producto de la fotosíntesis, además de un nicho ecológico protegido de los fenómenos de antagonismo microbiano en la rizosfera. Por su parte, el hongo ayuda a la planta a absorber sus nutrientes minerales del suelo. Se sabe que las hifas del hongo que se desarrollan en la raíz y emergen de ella desempeñan un importante papel en la traslocación hacia la planta de iones fosfato. La infección se desarrolla a partir de las clamidiosporas (esporas de resistencia), o a partir de micelio de una raíz previamente infectada.

El potencial infectivo de un suelo viene determinado por la cantidad de esporas presentes y por la intensidad de la infección de las raíces que contiene. Tales parámetros están influenciados por las condiciones ambientales. La mayoría de las esporas y de las raíces micorrizadas se encuentran en la capa superficial del suelo, probablemente por la mayor densidad de raíces y por la escasez de oxígeno en capas más profundas.

Las micorrizas estimulan el crecimiento, desarrollo y nutrición de fósforo por plantas micorrizadas, se considera que la micorrización proporciona una superficie de absorción adicional: las hifas externas del hongo extienden el campo de absorción de la planta más lejos de la zona de agotamiento que rodea la raíz y exploran un volumen de suelo superior al que pueden utilizar las plantas no micorrizadas (un centímetro de raíz micorrizada puede tener hasta 80 cm de hifas externas).

Los microorganismos que viven en el suelo desarrollan en su hábitat natural actividades de gran interés por su repercusión directa en el crecimiento y nutrición de las plantas, e indirectamente en la nutrición de los animales.